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viernes, 22 de mayo de 2015

EL REY DE NUESTRA SELVA.

Viernes de Publicaciones sobre

CIENCIAS NATURALES.

Emiliano Salvador y Manuel Jaramillo.

El yaguareté, el cazador más poderoso del continente.
(Fotos: Staffan Widstrand, Agustín Paviolo, Diego Varela
y Laura Gravino.)
Los bosques albergan una gran riqueza en formas de vida, algunas ya descubiertas y conocidas, y muchas otras aún por conocer. Animales, plantas, microorganismos e insectos son parte de un todo, de un equilibrio natural donde se concentra alrededor del 70% de la biodiversidad existente sobre la Tierra.

Entre esas especies, en el continente americano existe un animal que se destaca por sobre el resto. Es de aspecto robusto y tiene la mordida más poderosa de los vertebrados de nuestro país. Es dueño de una belleza única, protagonista de mitos y leyendas de muchas regiones de la Argentina y una especie representativa de nuestra cultura. Considerado el rey de los bosques americanos, el yaguareté es el cazador más poderoso de todo el continente.

De hábitos nocturnos, es un incansable caminante y, a pesar de ser un felino, no le teme al agua. Se alimenta de pecaríes, venados, tapires, peces, y no desperdicia a roedores ni a pequeños animales como aves y reptiles.
 

SU PRESENCIA SIGNIFICA MUCHAS COSAS

El yaguareté es considerado una especie clave porque su presencia es una señal del buen estado de conservación de los bosques. Por estar en la cima de la pirámide alimenticia, cumple un rol esencial en el control de las poblaciones de las demás especies de animales y plantas. Al mismo tiempo, como necesita grandes extensiones de selva para cumplir su ciclo vital (entre 10 mil y 25 mil hectáreas, lo que equivale a 10 mil o 25 mil campos de fútbol profesional), su presencia asegura, también, la permanencia de muchos otros animales que demandan menor superficie.

Todo esto hace que el yaguareté pueda ser considerado una “especie bandera” ya que al garantizar la supervivencia de una o varias especies con estas características en su ambiente natural, se estaría asegurando la permanencia de muchas otras con menores requerimientos de hábitat. Al mismo tiempo significa que si el yaguareté está en peligro de desaparecer, todo el ecosistema se encuentra amenazado.
 

LA SITUACIÓN EN LA ARGENTINA

Originalmente, el yaguareté habitaba desde el norte del país hasta las orillas del río Negro, al norte de la Patagonia. En la actualidad ocupa entre el 10 y el 15 % de su distribución histórica y se estima que hay solamente 200 yaguaretés distribuidos en pequeñas poblaciones (en Salta, Jujuy, Formosa, Chaco, Santiago del Estero y Misiones). Estudios realizados en los últimos años revelan que quedan alrededor de 120 individuos en las yungas (Salta y Jujuy), unos 60 en Misiones y no más de 20 individuos en la región del Chaco (Chaco, Formosa y Santiago del Estero).

La pérdida de selva debido a la creación de zonas de cultivo es una de las principales amenazas a su supervivencia. La caza directa o de otras especies silvestres que le sirven de alimento son actividades que también lo afectan ya que no solo hace disminuir su población sino también su posibilidad de alimento.

Una problemática histórica es la caza de yaguaretés por conflictos con animales domésticos, principalmente con el ganado. Esta situación se presenta con algunos ganaderos que tienen sus potreros en zonas lindantes a áreas naturales y que no realizan un apropiado manejo de sus rodeos. Debido a la pérdida de hábitat y a la falta de presas silvestres, el yaguareté encuentra su alimento en animales de granja. Para algunos ganaderos la solución inmediata es la eliminación del denominado “animal problema”. Esta situación llevó a que nuestro tigre criollo se encuentre entre los animales en mayor peligro de extinción en la Argentina.

En nuestro país tiene la máxima categoría de protección por ser Monumento Natural Nacional por la Ley Nº 25.463 del año 2001. Esta ley establece que la Administración de Parques Nacionales y la Dirección de Fauna Silvestre de la Nación deben desarrollar e implementar un plan de manejo que asegure su supervivencia en el territorio nacional. Además es Monumento Natural Provincial en Chaco, Salta y en Misiones, provincia pionera en reconocerlo como tal en 1988. 

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